Capital habla con el nuevo presidente ejecutivo de SM para conocer cómo afronta el sector editorial el arranque de este nuevo curso escolar y cómo ve desde su perspectiva y trayectoria el sistema educativo español
Arranca el curso escolar, y, con ello el reencuentro con el característico olor a libros de texto en los hogares españoles. Un nuevo «año» muy diferente al anterior, muy digital y también muy experimental. También para el universo editorial, que desde que estallase la pandemia de la Covid-19 se ha visto obligado a adecuarse a la nueva realidad del sistema educativo mundial. Sobre ello Capital habla con José Manuel Cidad, nuevo presidente ejecutivo de SM desde este 1 de septiembre, quien, pese a todo, se muestra optimista para el futuro editorial y cognitivo.
¿Qué universo educativo y editorial se ha encontrado este 1 de septiembre al adoptar este nuevo cargo en SM?
He estado muchos años en contacto dentro del Consejo de Administración y en el patronato, pero es verdad que mi último trabajo ha sido como director de un colegio en Jerez. Ahora sí me he integrado en SM y en el mundo de la educación, que es un mundo apasionante. Es un mundo que está cambiando, que se tiene que enfrentar a retos sociales y cultural.
Ahí, una editorial con vocación ha de estar muy pegada a las necesidades de la escuela y les acompaña en esa realidad que están viviendo. Es un momento apasionante, de cambio, pero también de responsabilidad y de innovación con sentido. A nosotros nos pesa mucho, porque estamos en un sector en el que nos jugamos mucho.
El sistema educativo cambia, como los propios libros de texto. Es verdad que en muchos casos las alianzas son muy longevas pero al cambiar los ejemplares cada año la evolución en las ventas se puede ver alterada. ¿Cómo lo están viviendo desde SM?
Estamos viviendo un momento en el que efectivamente dependemos de las políticas nacionales y autonómicas en cuanto al libro de texto. Creemos que el libro de texto es un aporte fundamental a la escuela y que sigue siendo necesario, pero que tiene mala prensa. No hemos logrado transmitir el valor que tiene.
Cuando arranca el curso se habla del coste del libro de texto, de las dificultades de las familias para asumir el nuevo curso… pero es verdad que es un producto de calidad hecho por un grupo de personas con investigaciones y recursos digitales. Es un producto que mejora el sistema educativo y que, aunque tenga mala prensa, sigue siendo fundamental.
La mala prensa es derivada por el incremento del precio de los libros de texto y es innegable que en los últimos diez años adquirir un libro de cualquier materia y en cualquier grado académico ha sufrido un aumento exponencial en el costo para las familias.
Es posible que el coste, el precio, no se valore con respecto al producto que se ofrece. No hemos logrado explicar bien lo que es un libro de texto y lo que hay detrás. Creo que en el sector tenemos que hacer un ejercicio para enseñar bien el valor que tienen. Porque me parece una pena. Lo he vivido desde el otro lado y la aportación de las editoriales es de algo de lo que tenemos que estar muy contentos, de tener en España un sector editorial tan fuerte y con una propuesta tan sólida.
Hemos sido fundamentales para ayudar al profesor a gestionar a un grupo de alumnos, por ejemplo. Pero es algo que tenemos que pensar nosotros también, en por qué está pasando esto. En cuál es el coste y si podemos reducirlo de algún modo.
«el sector editorial debe enseñar bien el valor del libro de texto, no hemos logrado explicar lo que hay detrás»
¿Hasta qué punto el beneficio económico empresarial se ha impuesto a la accesibilidad de las familias más desfavorecidas a la educación y a la adquisición de estos libros tan esenciales y fundamentales para el futuro de los niños?
En nuestro caso, somos una fundación cuyo beneficio empresarial va directamente a una fundación que devuelve dichos beneficios a la sociedad con proyectos socioeducativos, con el fomento de la literatura juvenil… así que nuestro beneficio se devuelve al a sociedad. Pero creo que ninguna editorial está planteada en unos términos de beneficio económico desmedido, sino para sostener la apuesta, la mejora y la ayuda a la escuela.
Y luego, pues es verdad que, aunque tenga un coste el libro, hay muchas ayudas públicas para ayudar a familias que tienen necesidades: el programa de gratuidad o el de becas para libros de texto. Estas ayudas nos parecen muy bien porque la educación debe ser gratuita y las familias han de tener esas ayudas.
Este pasado curso tuvieron además un reto muy importante por superar: la digitalización. ¿Cómo lo afrontaron desde SM?
Nos pilló con los deberes hechos. Teníamos el proyecto SM Educamos, que pretende ser un sistema educativo general y que abarca toda la digitalización del centro, no sólo los contenidos, y cohesionar a la comunidad educativa. Por suerte teníamos esta plataforma ya muy desarrollada y presente en más de 1.200 colegios. Cuando surgió la pandemia todo nuestro ámbito de aprendizaje se trasladó y gracias a este proyecto pudimos funcionar desde el primer día.
Además, creo que nuestro sector y nuestro país se inclinará por este sistema híbrido en el futuro. Creo que así se va decantando. Tenemos que incorporar lo digital y la mayoría apoya la forma híbrida de libro de texto y herramientas digitales. A mí me parece que éste es el camino y que es una apuesta firme.
Esta plataforma busca facilitar y gestionar la tarea de los centros educativos, entre otros aspectos. ¿Podría explicarnos algo más al respecto?
Facilita la gestión desde muchos puntos de vista: de ausencias, retrasos, comunicación con familias, gestión económica, avisos a los padres… Ya no tienen que ir a secretaría para hacer gestiones, ahora es un trámite telemático. También la gestión de la propia comunidad educativa y en definitiva hacer que las familias y las escuelas estén muy conectadas.
Creo que es un aporte que en su momento cuando se inició fue una gran inversión para la empresa pero que creemos que ha aportado a la educación de nuestro país y de otros países de Iberoamérica donde lo estamos desarrollando o lo queremos desarrollar.
Su plataforma está presente en más de 1.200 colegios. ¿Qué ocurre con el resto?
Hay otros que disponen de otras plataformas de gestión y los colegios públicos no tienen esta posibilidad porque lo que tienen son plataformas que les ofrecen las comunidades autónomas. Cada una tiene una plataforma y se la ofrece al colegio, pero es distinta. Son plataformas más ligadas a la comunicación con las familias y la comunidad educativa. Por eso para nosotros es muy difícil ofrecer a un centro público SM Educamos, porque tienen menos posibilidades de elección.
Al haber tantas plataformas diferentes, con modelos diferentes, tanto públicas como privadas, ¿al final es el alumno, el destinatario, el más perjudicado ante tanta diversidad?
Es verdad que ante tanta diversidad a veces hay que centrarse en el objetivo que pretendemos y no siempre se logra. Creo que estamos llamados a vivir en la diversidad y ésta no tiene que ser un problema sino una oportunidad. Es algo fundamental y un elemento de calidad es si sabemos responder a esa diversidad. Pero no sólo cultural, para la educación un gran reto es la personalización, es decir, atender a cada uno y sacar de cada uno lo mejor.
Cuando se habla de digitalización se habla de que el servicio sea de calidad, pero no se trata de digitalización por digitalización, sino digitalización con sentido. Este sentido es atender a cada alumno y lo digital tiene que favorecer eso. Si no, es mejor que no te digitalices. Creemos que lo digital puede ayudar, pero eso va a depender de cada grupo de profesores y de cada alumno.
«Nos estamos jugando la sociedad del futuro, todos los alumnos deben tener acceso a materiales de calidad»
Tiene que ser frustrante para una editorial con esa filosofía de ayudar al alumno, de educarles, de ayudarles a tener todos los recursos físicos y digitales para su aprendizaje, observar cómo en algunos centros todavía hay familias españolas que no pueden acceder a un ordenador para su educación…
Sí, aunque cada vez hay más medios y una preocupación mayor para que todos los alumnos tengan acceso a unas herramientas de calidad. Hay esa preocupación también desde los poderes públicos y por supuesto que desde los colegios. En el colegio en el que trabajé hasta el último curso hicimos rastreos para detectar qué familias tenían estos problemas y que tuvieran acceso a estos medios. Son caminos que tenemos que recorrer todos como sociedad: trabajar juntos con los poderes públicos, las iniciativas privadas, la escuela y la familia.
Una de las palabras y de los vectores que marcan nuestro camino es «juntos». Nos estamos jugando la sociedad del futuro. Por eso todas las energías que pongamos aquí para solucionar estos problemas son necesarias. Todos los niños tienen que tener herramientas digitales y desde nuestra fundación estamos tratando de ayudar en la línea de la digitalización.
¿Con qué tipo de medidas?
Con la formación y la apertura de contenidos privados a uso público en su momento como forma de facilitar el aprendizaje. El pasado curso hubo muchos alumnos que de la noche a la mañana se encontraron sin libros de texto y disponer de estos recursos fue una ayuda.
Alude a esa palabra, ‘juntos’, como el camino a seguir para ayudar a la educación de nuestros jóvenes. Sin embargo, la unión no es la base de las CC.AA. en cuanto a la educación de las nuevas generaciones se refiere. ¿Qué diferencias más evidentes encuentran en el nivel educativo según comunidades?
Es verdad que hay diferencias entre CC.AA. Desde las editoriales y desde nuestra casa en concreto buscamos elaborar materiales de calidad para todas las comunidades. Es verdad que luego las distintas políticas de cada una son las que son, pero tenemos que ofrecer ayudas a través de soportes de calidad, en cualquier caso. Y luego corregir las desigualdades.
Desde la unidad tenemos que cuidar la equidad. Tenemos un lema que es que ningún niño se quede atrás y lo desarrollamos intentando apoyar al profesorado, a la igualdad, a la diversidad también de niños con habilidades especiales. Y todo dentro de nuestras posibilidades.
A ello hay que sumar la empleabilidad. De hecho, de 2009 a 2019, la tasa de empleo para los jóvenes españoles entre 25 y 34 años con estudios de educación terciaria ha disminuido en 1,9 puntos porcentuales, según el Panorama de la educación Indicadores de la OCDE 2020. Desde una editorial que vela precisamente por la formación para brindar este tipo de oportunidades, ¿qué cree que está fallando?
La falta de conexión entre la escuela con la sociedad real, con las demandas reales de los alumnos cuando terminen su etapa educativa. Por eso lo primero que debemos ofrecer es una educación de calidad y que nuestros adolescentes salgan bien formados. Nuestro sistema educativo ha sido muy teórico, muy conceptual, y a quienes tienen esa forma de estudiar les ha ido bien. Sin embargo, hay otro grupo de alumnos que aprenden de una forma mas práctica y que no han tenido esa facilidad.
Ahora nuestro sistema se encuentra en ese viraje, incorporando elementos mucho más prácticos en las competencias, pero es verdad que hay que desarrollar el camino. Y no sólo desde la escuela, también debemos plantear a debate el entendimiento del sistema educativo en la familia, en los medios de comunicación y en los poderes públicos. Porque la escuela es fundamental.
«Estamos llamados a vivir en la diversidad, y esta no tiene que ser un problema, sino una oportunidad»
SM está presente en numerosos países del resto del mundo, especialmente iberoamérica. ¿Qué puede adoptar el sistema educativo español como medidas ejemplificativas que funcionan en otros lugares y que podrían ser un beneficio para los alumnos nacionales?
Estamos todos en retos parecidos. Nos miramos unos a otros intentando ayudarnos mutuamente y a nivel de empresa intentamos aprender de las iniciativas de cada una de las empresas de los países. Con la pandemia algunos tomaron la opción de centrarse en lo fundamental de que los niños están tan dispersos y tienen tantas ofertas que se pueden perder, pero creo que también es importante que los alumnos sean cada vez más partícipes, que no sean meros receptores, que se involucren en lo que pasa en la escuela.
De todos modos, tenemos que estar muy satisfechos con el camino recorrido este año y medio por nuestro sistema escolar y debemos reestablecer esa conexión entre familia y escuela. Es muy necesaria la unión, el pacto, la sintonía.
En ese nexo estará SM. ¿Qué futuro le augura a la editorial?
Un futuro apasionante. Estamos en un proceso de transformación, y, aunque los procesos son dolorosos, tienes que aventurarte y responder a las necesidades del momento. Estamos trabajando con muchísima ilusión y en contacto con la escuela para proponerle que siga avanzando. Es nuestra misión: estar un pasito por delante de la escuela, estar a su lado para servir un servicio educativo integral, de investigación y aportarles valor. Porque la solución a todo problema reside en la educación y sabemos que tenemos que educar en el bien. También con la literatura, con la que esperamos que sirva para educar también a nuestros jóvenes.
Una tarea difícil en un mundo cada vez más digital y menos literario…
Pue sí, pero pese a la imagen que tenemos, lo cierto es que los datos nos dicen que los niños sí leen. La literatura infantil goza de buena salud y los tramos de entre 14 a 24 años son los que más leen [Cidad hace referencia al Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en España correspondiente a 2020, publicado por la Federación de Gremios de Editores de España y el Ministerio de Cultura]. De hecho, hemos mejorado al respecto y nuestros jóvenes el pasado año leyeron más libros que no tenían que ver con su colegio.
¿Un motivo para ser optimistas, entonces?
Efectivamente.